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Mostrando las entradas de marzo, 2010

... Y una sed de ilusiones infinita.

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I                                                                          A J. Enrique Rodó. Yo soy aquel que ayer no más decía el verso azul y la canción profana, en cuya noche un ruiseñor había que era alondra de luz por la mañana.  El dueño fui de mi jardín de sueño, lleno de rosas y de cisnes vagos; el dueño de las tórtolas, el dueño de góndolas y liras en los lagos;  y muy siglo diez y ocho y muy antiguo y muy moderno; audaz, cosmopolita; con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo, y una sed de ilusiones infinita.  Yo supe de dolor desde mi infancia, mi juventud.... ¿fue juventud la mía? Sus rosas aún me dejan su fragancia... una fragancia de melancolía... Potro sin freno se lanzó mi instinto, mi juventud montó potro sin freno; iba embriagada y con puñal al cinto; si no cayó, fue porque Dios es bueno. En mi jardín se vio una estatua bella; se juzgó mármol y era carne viva; una alma joven habitaba en ella, sentimental, sensible, sensitiva. Y tímida ante el mun
Que sucio truco salir corriendo. No digo que no lo mereciera. Ni hablar.

te habia contado lo que hacen los cuervos cuando les das de comer?

El cuerpo todavia estaba tibio.          (cadáver, despojo) - O me vas a decir que no pudiste olerme en su boca?