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Mostrando las entradas de abril, 2007

Las del otro que no me quise tirar

LOS ENJAULADOS Lerdos, bostezando en la gelatina incolora donde flotan sus vidas, envejecen. Vagabundos, de un lado a otro de otro a uno cargando papeles, envidia, caspa y desesperanza, bostezan. Sin miseria ni gloria, a media tinta, entre dos aguas. Donde terminan las colas que nacen en los barrios, crece su rencor y su vagancia y tienen casillas, permisos, desgano, calendarios, donde nos archivan, sumillados, manchados para siempre de huellas dactilares el corazón. Y para no escuchar el gemido de la sangre duermen sordos, atados auriculares de teléfono, mordiendo soledad, barbitúricos y otra vez desesperanza y lágrimas. ¡Y de pronto! saltan de la cama, encienden la luz y hacen cuentas, en los ascensores, hacen cuentas, sobre dos senos, sobre las mesas, bajan a los negros prostíbulos y hacen cuentas y despiertan crispados, mordiéndose las uñas, el plazo vencido, la excedida farra. Lerdos, abandonados de la esperanza pero también por la desesperanza, f