MALDECIDO amor, o maldecido odio, que tanto valen para mí uno como otro, dado que es eterna mi desventura. ¡Aunque el maldito eres tú, tú mismo, que siendo árbitro de tu voluntad, voluntariamente elegiste lo que hoy motiva tu justo arrepentimiento. ¡Ah miserable! ¿Por dónde huiré de aquélla cólera sin fin, o de ésta tambien infinita desesperación? Todos los caminos me llevan al infierno. Pero¡si el infierno soy yo!¡Si por profundo que sea el abismo, tengo dentro de mí otro más horrible, más implacable, que a todas horas me amenaza con devorarme! Comparado con él, este en que padezco me parece un cielo.
MILTON. El Paraíso Perdido.
MILTON. El Paraíso Perdido.
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