Lèvres d'aquarelle

"Pintaste con tus dedos retorcidos la acuarela de mi tarde..."

Pero no, eso suena a poesía... no quiero degradar. Con tanta maldición, la soledad sucedánea del accidente semanal decidió aparecer (para sorpresa de nadie) en otro martes con puesta de sol frente a mi puerta.

Se acabó la estética minimalista, Tentación decidió hacerla de Mr. Kind y tratarme como persona. Dejaron de hacer falta mis estúpidas metáforas, las palabras sabían más amargas que cocaína y ardían a 128° C. Mentiras convenidas y un track de cordialidad barbitúrica.

- No me jodas, no me jodas, nome jodas, no mejodas, nomejodas -

Así que deje de ocultarme en un blogg y salí de la habitación llenandolo todo con sangre y risitas sardónicas.

Pero hoy es martes otra vez, hay un accidente previsto. La habitación- cuchitril, empieza a tomar forma, Conjuga perfectamente con la niña - cadáver frente al espejo con cara de "sabía que todo acabaría no resolviéndose". Tiene toda la belleza del caos y el orden de mi voluntad en ruinas.

Por la pared del fondo escurren como gusanos miradas húmedas a movimientos frenéticos, del techo pende el último sobreviviente de la pasada necrofilia, la cama llora y convulsiona (la conozco bien, le duele, se queja). . . T continúa haciendo comentarios de la disposición de las formas, de la gracia de los colores, de la cabecera. Todo estaba dispuesto para que llegara con su lengua - bisturí a operarme el paladar tostado, a dilatarme las pupilas. Un collage premonitorio, la representación gráfica de un cadáver exquisito escrito en Braille como siempre, antes que llegaran las Seis.

Decidió atraparme por la espalda, asfixiarme hasta que la sangre acuarelable saliera por boca, entonces fuí todo dibujo a rudos trazos, continué interpretando mi papel de personaje ausente en una tragicomedia de final previsible.

Todo acuarela, todo formas. Excepto las manos, que atadas ponen impúdicamente al descubierto la existencia, en una danza obscena de ritmos fúnebres. Todo es arte con esta luz, por la tarde cada hora es sabia, poeta, matemática; así, las Cinco Treinta saben que donde hay aristas, hay cavidades y embonan...

Son ya después de las seis (hora fatal del holocausto expiatorio) y nadie recuerda haber sostenido latas de cerveza contra el vientre. Aun así, queda entre las uñas el olor y la sal de los peces plateados que en cardumen forman armas. Y debajo de la cama grita el algodón y nylon de un calcetín huérfano que empieza a deprimirse.

Solamente la primera palabra es difícil. Buenas tardes.

"Infra-red" Placebo