Entre el plagio y la prudencia.
La ceniza helada agranda la desesperación. Es terrible seguirse a sí mismo. Lo hicimos todo, lo quisimos todo, lo pudimos todo y se nos quebraron las manos y los dientes mordiendo hierro con fuego. ¿En qué bosques de fusiles ocultaremos estos despojos? -Como se desciende de lo cotidiano a lo infinito, desbarrancándose mundo abajo- En esta prudencia, que suele ser el bálsamo de la vejez. todas las cosas ladran. Quiero decir: aturdido, cansado, con la sensación categórica de haberme equivocado en todo lo ejecutado, abandonado, desperdiciado, atropellado al (por, para) avatar del destino en la inutilidad de existir. ¡Soy el coordinador de la falacia! Lo gané todo. Como Dios y sus guerras. Gané perdiendo el derecho a perder. Anhelo el vagabundaje y las discusiones fundamentales con esa loquita que no come peces libres y bebe leche fresca. Se viene la tarde en la literatura y no hice lo que debí cuando sólo hice lo que es debido: El